El pasado 29-2-2016 toda la comunidad educativa de nuestro colegio realizamos un acto de agradecimiento a la figura de Sor Teresa, por su trabajo y dedicación incansable durante toda su vida en pro de los más necesitados. Os presentamos algunos textos de agradecimiento que con orgullo maestras de nuestro colegio le brindaron.
Es una gran alegría dirigirme a ti Sor Teresa en nombre del claustro de profesores de Nuestra Señora del Remedio. También es una enorme responsabilidad poner en palabras la admiración y el cariño que todos te tenemos. Pero sé que tú sabrás sacar lo mejor de cada frase y entender cuanto se esconde dentro.
Naciste bajo el sonido de las campanas de ese lugar tan querido para ambas, que es el Campanario de Albaida y bendecida por la patrona de nuestra ciudad, La Virgen del Remedio, de la que siempre has sido tan devota. Es un orgullo para nuestra tierra tener gente como tú y una alegría enorme que vuelvas ahora al lugar que te vio nacer y en el que tanto se te quiere.
Un día, hace ya mucho, decidiste abandonarlo todo para seguir a Nuestro Señor y desde entonces tu vida es un ejemplo de vocación, tanto a la enseñanza, como a la caridad. Esa vocación tan profunda siempre ha sido inspiradora para los profesores de este colegio y nunca podremos agradecértelo lo suficiente.
Estos días hemos estado hablando mucho de ti y una de las cosas que siempre contamos, es que tienes un gran ingenio y perseverancia para conseguir lo que te propones. Recordamos como reciclabas aquel material que parecía inservible, cuando pedías a aquella fábrica sus excedentes o de qué forma conseguiste que aquellos grandes almacenes colaborasen. Siempre obtenías algo valioso, para ofrecérselo después, a los más necesitados. Porque Sor Teresa, siempre nos has demostrado que “el amor es inventivo hasta el infinito”.
El viernes pasado cuando hablamos con las hermanas y les preguntamos ¿Cómo estaban? ¿Cómo llevaban tu marcha? No hacía falta escuchar la respuesta, pues sus ojos respondían por ellas. Pero resulta admirable que todas nos dijesen “estoy contenta, pues es lo mejor para ella”. Esa frase resume el espíritu de las Hijas de la Caridad, ninguna quería pensar en su pena y su nostalgia, porque prefieren pensar en los demás. Solo vosotras sabéis lo que habéis vivido juntas en estos años, pero nosotros queremos homenajearos hoy a todas las Hijas de la Caridad de esta casa, por tanto dado y por tanto vivido.
No te decimos adiós porque seguro que pronto volveremos a vernos, pero queremos decirte gracias otra vez, por tanto amor que nos has dado.
Recuerdo cuando, sentada en mi pequeño pupitre, nos enseñabas las palabras de San Vicente de Paul “dadme un hombre de oración y será capaz de todo”. Hoy quiero decirte gracias Sor Teresa, por ser esa persona que soñaba San Vicente y por tantas y tantas oraciones que nos has ofrecido. Siempre nos ha admirado esa capacidad, tan tuya, de recordar cada nombre y apellido de los que hemos tenido la suerte de cruzarnos en tu camino. Da igual que esa persona saliese de tu vida hace 20 años, pues cuando entraba por las puertas del colegio tú la recibías mirándole a los ojos, diciéndole su nombre y preguntándole por los suyos. Quizá la única solución al enigma de tu memoria, sea el amor sincero que a cada persona le brindas y tu oración pidiendo aquello que necesita.
Quiero darte las gracias Sor Teresa en nombre de tantos y tantos alumnos que hemos pasado por tus manos. Por tratarnos con tanto amor, por enseñarnos con cariño quien era el niño Jesús y por la alegría infinita que nos contagiabas. Santa Luisa pensaba que “la educación debe ser: viril y tierna; humana y sobrenatural” Los que hemos compartido aula contigo, sabemos todo lo que esa frase encierra.
Dicen que es en la nostalgia de la despedida, cuando uno se da cuenta, de cuánto amor siente.
Desde el otro día, que supimos de tu marcha, muchos hemos estado rememorando los preciosos momentos vividos contigo. Algunos se preguntaban como eras capaz de conseguir que los alumnos terminasen el curso con esos cuadernos pulcros y de preciosa caligrafía. Otros recordaban lo animosa que eres, cuando llegaste a disfrazarte o cuando cantaste aquella canción. Pero los tesoros más valiosos que guardamos de ti, no los contamos, porque nos los regalaste a cada uno de manera personal, con una conversación, un gesto o una sonrisa, con esa intuición para saber siempre, que nos pasaba.
Ahora te marchas, pero no nos dejas. Tantos años sembrando semillas en los corazones de los que estamos a tu alrededor, han hecho florecer un jardín que empapa con su olor cada pared del Remedio. Por eso sabemos que siempre seguirás aquí junto a nosotros, en cada sonrisa que saquemos a un niño y en cada gesto de amor que tengamos.
Gracias, gracias y gracias Sor Teresa, te despedimos con todo nuestro corazón y te deseamos que seas muy feliz en esta nueva etapa.
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